El álbum ilustrado
Trabajar con el álbum ilustrado no es
algo exclusivo de las maestras y maestros de infantil. En el primer ciclo de
primaria debe ser un recurso imprescindible para la animación a la lectura. Hay
álbumes ilustrados muy especiales para estas edades, incluso para segundo ciclo
de primaria. Otro aspecto a destacar del álbum ilustrado es que no siempre
tienen que ser cuentos “acaramelados” con final feliz, también hay álbumes
ilustrados que no tienen demasiada lógica ni un hilo argumental definido (El árbol rojo) y han sido estrellas de
la animación a la lectura.
Otra
actividad de cara al álbum ilustrado es trabajar con
la vida y obra de los ilustradores. Por ejemplo la ilustradora
Susan Jeffers nos ha llevado al mundo fantástico de los cuentos con sus ilustraciones,
especialmente en los cuentos de Andersen y los hermanos Grimm. Muchos niños han
pasado su infancia horas y horas mirando las ilustraciones e intentando
copiarlas. La casa de Hansel y Gretel es
una auténtica maravilla y te hace desear comerla. Con el tema de los
ilustradores se pueden organizar entrevistas en los colegios y bibliotecas, y
además numerosas actividades creativas. También se pueden elaborar paneles
grandes con las ilustraciones del cuento para realizar un cuentacuentos.
Se puede hacer una selección de
páginas de ilustradores famosos o de grupos de ilustradores para analizar sus
creaciones, especialmente en alguna actividad interdisciplinar con plástica.
Otro ejemplo de álbum ilustrado para
los más mayores 8 – 9 años (o más…) es Anna Frank o la Historia de Erika, que
narran las historias terribles del nazismo de otro modo, para niños y niñas de
esas edades pero narradas con “casi” toda su crudeza, de un modo adecuado para ellos y muy
impactante para las personas adultas (que sabemos lo que pasó…). Con un
realismo casi fotográfico en la Historia de Erika, Innocenti (Italia, 1940)
trabaja con acuarela (primero nos deleitó con Rosa Blanca… que desgraciadamente
está agotado). En ambas recurre a las imágenes en blanco y negro que nos
recuerdan las viejas fotografías de la guerra. No tenemos que dejar de leer
cuentos dramáticos a los niños o con finales tristes, ya que esta experiencia
les ayuda a crecer y a asimilar que la vida muchas veces puede ser dura y no un
cuento de hadas con final feliz (en
esto era especialista Andersen).
Rosa Blanca o La historia de Erika son obras duras pero imprescindibles, sobre todo
para adolescentes; aunque los niños y las niñas de ocho o nueve años pueden
leerlo en el aula o con su familia y aprovechar para comentar un poco el drama
del totalitarismo y el nazismo que asolaron Europa el siglo pasado (algo que se
debería comentar especialmente en educación para la ciudadanía ya en tercer
ciclo).
xi
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